23 dic 2011

"Una historia (casi) para contar" (relato)

Hace ya rato que tenemos puesta la radio como sonido de fondo, pero apenas presto atención a los niños de San Ildefonso, pues tengo mucho trabajo por hacer. Tan sólo cuando me percato de que cantan algún premio, afino un poco el oído, por si escucho mi numero.

Mi número. Mi décimo de lotería. Sólo juego un décimo, y compartido con mis compañeros de trabajo. Y es el primer año que juego, a mis treinta y tantos...

Ya es media mañana, bastante avanzada realmente, así que decido darme un respiro y tomarme un café bien cargado. Con la humeante taza en una mano, y el décimo en la otra, recuerdo con una sonrisa su origen.

Unos días atrás, fui con varios compañeros de trabajo a tomar unas cañas. Ya en el último bar, y una vez sentados en una mesa de la terraza, observamos una carpeta abandonada. El camarero se acercó y nos preguntó si era nuestra. La curiosidad que, entre otras cosas, mató a un millón de gatos, nos mostró un sin duda valioso iPad en su interior. Vaya putada dejarse olvidada una cosa de estas...

Cuando apenas se había disipado la espuma de nuestras cervezas, una mujer se nos acercó, bastante apurada. Ni la dejamos hablar a la pobre. Pregunta al camarero, le indicamos, lo tienen dentro. Cuando regresó, la mujer portaba una enorme sonrisa en su rostro ya más tranquilo, y un décimo de lotería en la mano, que posó sobre nuestra mesa. Tan sólo dijo gracias, y se marchó por donde vino.

Perdido en mis pensamientos, me he perdido cómo un niño repipi cantaba el gordo. ¿Es el nuestro?, pregunto. Si lo es, esto hay que contarlo...

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La historia real no fue exactamente así y, por supuesto, no tuvo ese final. Pero había que contarla...

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